La recuperación de los grandes depredadores en la mayor parte de Europa y América del Norte es uno de los cambios ecológicos más espectaculares que se han producido en los últimos decenios. Cuando los grandes carnívoros, como el lobo, recolonizan una zona, pueden tener un gran impacto sobre la situación de los ungulados silvestres, que a menudo han modificado su comportamiento en ausencia de depredación. Es posible que los unglados, como el corzo, no hayan sufrido depredación natural durante varias generaciones y se hayan vuelto más vulnerables.
Además, es probable que durante este tiempo las actividades humanas hayan cambiando rápidamente las características de los entornos donde se están produciendo estos procesos de recolonización.
En un trabajo realizado en Escandinavia durante 10 años, los autores monitorizaron a 18 lobos (Canis lupus), distribuidos en 12 territorios, mediante collares GPS1. Registraron los eventos de depredación sobre dos ungulados simpátricos (que viven en la misma área geográfica): el alce (Alces alces) y el corzo (Capreolus capreolus).
Los autores evaluaron la contribución de tres factores principales en el riesgo de depredación de alces y corzos: los patrones de utilización de cada territorio por el lobo, la distribución espacial de las dos especies de presa y la estructura del paisaje.
FOTOGRAFíA: F. SáEZ-ROYUELA
La metodología del trabajo es compleja, pero vamos a intentar resumir las conclusiones más interesantes referidas sobre todo a los corzos.
- La posibilidad de que un lobo matara a un corzo no dependía de la densidad de corzos en un territorio (al contrario de lo que ocurría con los alces).
- Las posibilidades de predación del lobo sobre el corzo (o el alce) son las mismas al comienzo de la colonización del territorio que cuando ya está el lobo establecido.
- En tercer lugar, el riesgo de depredación de los alces aumentó de manera constante con el tiempo dedicado por los lobos a cazar en una determinada parte de su territorio, mientras que el riesgo del corzo tenía mucho menor correlación con la intensidad de la presencia de lobos en un área determinada.
- El aumento del riesgo de depredación en el corzo sí que se relacionaba de forma importante con la estructura del paisaje: se demostró una probabilidad reducida de muertes alrededor de las áreas abiertas y con plantaciones forestales jóvenes. Por lo tanto, estas características del paisaje emergieron como áreas de refugio para el corzo, a diferencia de lo observado para los alces, que en este tipo de terreno tenía entre 15 y 20 más posibilidades de morir que en otros. El menor riesgo del corzo en estos terrenos está probablemente relacionado con el aumento de su capacidad para detectar depredadores y escapar rápidamente.
- En Escandinavia la presa principal del lobo es el alce. Los autores opinan que allí los lobos no matan corzos donde están presentes en mayor densidad, sino que lo hacen de forma oportunista, cuando se produce una situación favorable (principalmente en las zonas boscosas y lejos de los campos de cultivo).
- La recolonización de territorios por el lobo puede cambiar el comportamiento de las presas. Se ha demostrado que los elk (Cervus elaphus) en el ecosistema de Yellowstone han modificado sus patrones de movimiento y el uso del hábitat en respuesta a la depredación del lobo.
- En el caso de Escandinavia (y probablemente también en España), estos cambios de comportamiento seguramente estén menos condicionados por el lobo, y más por otros factores de tanta o mayor influencia: otros predadores (lince) y, principalmente, la actuación humana.
FOTOGRAFíA: F. SáEZ-ROYUELA
¿Pueden ser estas conclusiones válidas para el corzo en España? También aquí el lobo esta recolonizando territorios y el corzo es una de sus presas fundamentales. Sin embargo, la situación es en principio bien distinta: aquí no hay alces y sí jabalíes como posibles presas y no hay linces como predadores.
Sin embargo, en mi opinión, alguna conclusión si se puede extrapolar. En primer lugar, a pesar de que no parezca importarle a casi nadie, la recolonización y expansión del lobo sí que tiene consecuencias para otros animales. En segundo lugar, y aquí habría que estudiarlo, la densidad del corzo puede ser o no un factor importante para su “utilización” como presa. Y en tercer lugar, la estructura del territorio puede ser fundamental, con muchas más posibilidades de predación del lobo sobre el corzo en los bosques cerrados (¿montes de Galicia?) que en los territorios abiertos (¿campos de Castilla?).
FOTOGRAFíA: F. SáEZ-ROYUELA
Por último, pienso que sería muy interesante que los planes de conservación del lobo analizaran las consecuencias de su expansión. Como dicen los autores de este trabajo: “aunque este proceso [la recolonización del lobo] es considerado como un medio eficaz para promover la biodiversidad y restaurar la complejidad de las interacciones tróficas dentro de los ecosistemas, también plantea una serie de amenazas potenciales a la situación de las poblaciones de ungulados preexistentes, que a menudo, han vivido sin predadores naturales durante generaciones”.
1Gervasi V et al. Decomposing risk: Landscape structure and wolf behavior generate different predation patterns in two sympatric ungulates. Ecological Applications 2013;23(7):1722–1734.