Andrés Miguel Domíngez, aunque madrileño de nacimiento, ha vivido desde su infancia en el pueblo gaditano de Ubrique, donde se apasionó por la fauna en general y por la la ornitología en particular, complementando sus conocimientos en naturaleza, y en especial en la flora, con sus estudios de Ingeniero Técnico Forestal.

Lleva 20 años en la fotografía de naturaleza, obteniendo diversos premios y reconocimientos tanto a nivel nacional como a nivel internacional en certámenes tan importantes como el Veolia Environmental Wildlife Photographer of the Year o el GDT European Phothographer of the Year.

Además ha realizado numerosas publicaciones con artículos en revistas, así como muchas fotos se encuentran entre distintos libros dedicados principalmente a la fauna.

 

 

Andrés ha querido comentarnos como prepara y realiza las fotografías de corzo:

¿Qué destacarías de la fotografía sobre corzo?.

La fotografía de corzo no es fácil por las condiciones en las que hay que realizarlas. Aunque en zonas tranquilas se puede ver a lo largo de todo el día, lo normal es avistarlo a horas crepusculares en las que las dificultades para hacer una fotografía son mayores. A eso va unido el equipo que hay que utilizar en condiciones normales.

¿Qué equipo sueles utilizar?

Nunca me gusta utilizar flash cuando no monto la barrera infrarroja, y ésta sólo la utilizo para mamíferos carnívoros como ginetas, garduñas o tejones por ejemplo. Los teleobjetivos debido a su peso y a la velocidad de obturación en la que se ejecuta la foto hacen que la trepidación sea un inconveniente a tener en cuenta. El trípode dificulta los movimientos a rececho y la primera luz es la ideal para dar ese ambiente de bosque que hace que una imagen tenga ese plus.

¿Cuál es tu técnica?

Cuando he ido a hacer fotografías de corzo tanto en Polonia como en España he combinado la espera con algunos recechos contra el viento e intentando minimizar el ruido de la pisada.

En los recechos no se suele disponer de mucho tiempo para encuadrar enfocar y ejecutar la imagen. La espera la suelo hacer en un lugar donde ya he avistado antes algún ejemplar, a ser posible macho, con una cuerna aceptable. Prácticamente de noche me siento con la brisa en contra, evitando el levante y buscando los días de poniente y a ser posible nublados. La distancia a la que hago la espera está en torno a los 30-40 metros utilizando solo el apoyo lateral de un árbol, sin hide y sentado en un pequeño banquillo.

El equipo utilizado es una cámara réflex digital y un teleobjetivo de 500 f/4, aunque también he utilizado un zoom 100-400 por su menor peso, sobre todo para rececho. La diferencia de peso entre ambos es de más de dos kilos. El zoom ronda el kilo y medio y el 500 mm pesa 3,8 kilogramos a lo que hay que unir el medio kilo de la cámara.

Otra de las formas es el rececho en todoterreno cuando éstos están acostumbrados a ruido del motor, teniendo buenos resultados también.

¿Cuál es tu mejor fotografía de corzo?

Aunque he podido fotografiar una cópula, la luz y la perspectiva no es la que me hubiera gustado por tanto le doy a esa imagen sólo un valor documental. Me gusta buscar más la luz suave a ser posible sin sol aunque corra el riesgo de que la toma salga trepidada.

Las dos imágenes que aparecen las he elegido por esa luz suave que busco. El macho además en una postura que me gusta para la imagen y las crías por la forma en que miran ajenas al peligro que les espera en un futuro si su cuerna es apetecida por alguién para colgarla en su salón.

Datos de la toma: Canon EOS-1D Mark III. 500 mm f/4,0 Iso-400 Velocidad 1/30.

Como se ve la velocidad es realmente baja para ser utilizada por un teleobjetivo pero me arriesgué para no subir la ISO y que la imagen tuviera un exceso de ruido. Sólo me dio tiempo a realizar unas tres imágenes en ráfaga, lo que equivale a que animal estuvo parado no más de un segundo.

Datos de la toma: Canon EOS-1D Mark III. 500 mm f/4,0 Iso-400 Velocidad 1/30.

Las crías se hicieron exactamente con los mismos parámetros y sólo pude hacer esta imagen con las dos criaturas mirando hacía el teleobjetivo.

Como se ve en las imágenes, esa la luz que busco, no me gustan mucho las que tengo en días despejados con muchos claroscuros entre los árboles. Por tanto el tiempo de que se dispone en días despejados es poco y suele ser de un cuarto de hora entre que la velocidad de obturación sube de 1/30 hasta que sol “aparece” completamente y hace que la imagen ya no me atraiga lo suficiente.

Días nublados no muy oscuros alarga el tiempo de fotografía aunque haya que jugársela con velocidades de obturación bajas que hacen que utilice diafragmas abiertos de f4 o 5.6, aunque lo ideal sería utilizar f8 o f11 y sacarle la máxima calidad al teleobjetivo si eso fuera posible o si el animal me diera esa posibilidad una vez logrado el objetivo de obtener anteriormente una foto correcta no trepidada.

Andrés Miguel Domínguez.