Una vez transcurrida la jornada matutina y tras una copiosa comida con productos típicos de la Sierra Norte de Sevilla, nos dispusimos a pasar la tarde en una nueva "mata".
La zona elegida para la tarde era un collado en los márgenes de un cauce de agua, donde las perdices tienen su querencia por las tardes.
El sitio era algo más sucio de vegetación que el de la mañana, por lo que las perdices tendrían que entrar por delante de la jaula.
El puesto se localizaba bajo una encina y rodeada por vegetación natural, por lo que ocultarlo resultó muy fácil.
Tras preparar el puesto y colocar la jaula solo quedaba esperar y dejar al pájaro que empezara su trabajo.
Los cantos del macho de perdiz no se hicieron esperar…
La perdiz cantaba con fuerza y el "campo" respondía bien, tras unos minutos de espera comenzamos a escuchar la entrada de una pareja de perdices.
La inmovilidad era máxima y las perdices estaban a escasos metros del macho que seguía con sus mejores cantos.
Tras unos minutos de máxima expectación la pareja de perdices desapareció, debido al exceso de celo y la falta de experiencia del pájaro, ya que era su primer año.
Unos minutos más tarde comenzó el recital de cantos, con nuevas respuestas por parte de las perdices de la zona.
De nuevo escuchamos la entrada de otra nueva perdiz, que cada vez se aproximaba más a la jaula y que envalentonaba más al de la jaula.
Tras unos segundos de silencio escuchamos el vuelo de la perdiz que en su huida nos dejo con un sabor agridulce por las sensaciones vividas.
Finalmente no pudo ser y no se pudo rematar la jornada con la captura de algún ejemplar. En muchos casos esto suele suceder, especialmente este año por como ha venido el celo, pero esto es parte de la caza y lo que le da su encanto.
Era hora de mimar al pájaro y felicitarle por su trabajo, esperando que la próxima vez el exceso de celo no fuese un impedimento a la hora de reclamar correctamente.
El sol empezó a descender indicándonos que la jornada de caza tocaba a su fin haciendo que recordásemos todas las sensaciones vividas y el disfrute vivido tras una buena jornada de caza.