Finalmente las lluvias nos han dejado por un tiempo y el sol empieza a dominar, produciendo el estallido de la primavera.

 

 

 

Una de las cosas más bonitas de la primavera son los amaneceres dominados por el cantar de las aves.

 

 

Los corzos se acercan a los sembrados por última vez antes de desaparecer, unas para dar la máxima protección a sus crías y otros para desaparecer en lo más profundo y oculto de sus dominios.

 

 

 

 

Aunque la alerta es máxima y la vegetación comienza a cubrir los terrenos, algunos jóvenes todavía se dejan sorprender.

 

 

 

Nunca falta un paseo por los pinares ya que siempre deparan alguna sorpresa. En este caso vi la misma pareja de corzos tanto al adentrarme como al salir del mismo, además de algún habitante más de la zona.

 

 

 

Aunque el encuentro que más ilusión me hizo fue el inesperado y fugaz con el tejón, ya que aunque las huellas y rastros próximos a las tejoneras son frecuentes, los contactos con ellos a plena luz del día son muy casuales. Nada me hacía presagiar que esas huellas que vi a primera hora de la mañana donde dejé el coche, me depararían el contacto con algún pariente suyo.

 

Seguiremos disfrutando del campo y de la primavera.