Desde el 16 de agosto al 30 de septiembre, ambos inclusive, se podrá participar en este post en la Cuarta y última Fase del concurso fotográfico de la ACE en este 2024.
Las bases del concurso se encuentran en el siguiente enlace: https://xn--asociaciondelcorzoespaol-mlc.com/foros/fotografias/concurso-fotografico-de-la-ace-2024/
Para poder participar el autor debe subir las fotografías, ya sea bien con un texto o sin él, en este post. Además, el autor debe de estar perfectamente identificado con nombre y apellido, ya sea en el perfil del usuario o en el propio post.
Muchas gracias de antemano por vuestra participación.
Administración.
Fotografías a tener en consideración para el concurso fotográfico ACE. Cuarta fase.
El verano está terminando. La transición entre agosto y septiembre siempre trae una notoria bajada de las temperaturas y las primeras aguas. Podrán volver los periodos bonancibles (el veranillo de San Miguel, entre otros), pero ya ha quedado definitivamente atrás el periodo de calor sostenido. Los días se acortan peligrosamente y las temperaturas se atenúan hasta caer claramente durante las noches. Las lluvias han obrado su pequeño milagro y los montes, tímidamente, reverdecen y vuelven a producir los primeros brotes que sustentan a los herbívoros. En las tierras de labor cerealistas surgen las ricias y éstas atraen y aquerencian de nuevo en los campos a los animales. Ante todo este escenario cambiante, los corzos pasan por un efímero periodo de aparente tranquilidad. Se les vuelve a ver de nuevo gregarios, en grupos cada vez más numerosos. Los machos, poco a poco, se integran de nuevo en ellos una vez superado el periodo de celo y recuperados ya del desgaste a que les ha obligado el ardor reproductor.
Los campos yermos y agostado poco a poco se van llenando de un manto verde en los que cada vez resulta más habitual ver corzos pastando despreocupadamente. Los montes que contienen Quercus comienzan a producir el primero de sus regalos en forma de bellota melosa y los corzos se afanan en dar buena cuenta de ellas con el objetivo de lograr reservas de grasa con las que afrontar el invierno en ciernes con garantía. Las crías de la pasada primavera ya son casi tan grandes como sus madres. Los primeros grises se observan en la vegetación no perenne y pronto comienzan a desprenderse de su manto de hojas caducas. El otoño llama a las puertas.
Como queriendo emular a las especies arbóreas, es también de la mano del avance del otoño cuando los machos se desprenden de sus cuernas y comienzan a producir sus futuras defensas, que nacen recubiertas de un manto de borra aterciopelada a medida que se desarrollan. Las viejas cuernas mudadas quedan en los montes como recuerdo del tiempo pasado y preciado tesoro para quienes tengan la fortuna y pericia de encontrarlas.
El proceso de regeneración de las cuernas es progresivo y ocupará los próximos meses, periodo en el que es posible ver la evolución de los machos a medida que su nueva cuerna va formándose. Mucho más voluminosa debido al cubrimiento de borra, se comienzan ya a apreciar las formas y particularidades de cada nueva defensa, mientras el entorno va cambiando porque el otoño se afianza, el frío comienza a dominar y las lluvias a caer de manera regular, provocando que el entorno vuelva a ser dominantemente verde.
Es entonces cuando, dependiendo de la abundancia de recursos, los machos desarrollan su trofeo. El acceso a cantidades generosas de nutrientes y una otoñada sin grandes rigores climatológicos ayudan al corzo a producir unas mejores defensas. Es además en este tiempo crítico cuando los traumas que sufre la cuerna en desarrollo condicionan su aspecto final y le confieren rasgos únicos.
Con la llegada de la nueva primavera, los machos descorrean sus cuernas, que quedan en pocos días limpias. Suelen ayudarse de arbustos y troncos, sobre los que se frotan hasta que eliminan la borra y que indican inequívocamente sobre la presencia en el territorio de machos. El ciclo se completa de esta manera.