En muchas ocasiones se ha hablado de la bondad de iniciarse en la caza del corzo con las hembras. La ausencia de trofeo es un factor que, en gran medida, disipa los nervios y reduce los errores que se pueden cometer. Es más económico y las opciones de tener éxito son mayores, al no buscar un ejemplar con unas características determinadas.
Pero si este inicio se realiza en el invierno, época más adecuada por la biología del corzo, y con el arco como herramienta de caza, puede complicarse bastante.
Por estas fechas se forman grupos de animales, en los que principalmente son las hembras las que se encuentran más alerta. Además, en general, se vuelven más esquivos, desconfiados y, en cierta medida, cambian sus hábitos, por lo que las posibilidades de sorpresa se reducen.
Diferenciar machos…
De hembras…
Puede resultar complicado ya que los machos han desmogado sus cuernas y los juveniles presentan unos pequeños mogotes o botones (https://xn--asociaciondelcorzoespaol-mlc.com/asociaciones-caza-corzo-espana/foros/gestion_15_12_91071_mf.html) por lo que la referencia de la cuerna desaparece, cobrando especial protagonismo el escudo anal y los pinceles peneano y vulvar.
Las heladas en esta época suelen ser fuertes y frecuentes, pero no merman la afición de salir al campo.
Los corzos en estas fechas retrasan sus hábitos normales y posponen su encame, en ocasiones llegado el medio día. Una vez localizados lo mejor es esperar a que se tumben para realizar el acercamiento.
La corza detecta al cazador y huye, no sin hacer esa última parada para observar antes de irse definitivamente.
También se puede ver a los corzos comiendo brotes nuevos de cereal a medio día. Intentar una espera de tarde en los puntos más querenciosos puede ser buena opción, aunque necesita de una observación previa y algo de suerte.
Por la tarde, también es frecuente ver que los animales se mueven antes que en otra épocas del año. Una vez que se levantan para ir a comer, raramente se vuelven a encamar.
Al final, siempre existe alguna oportunidad de acercamiento y se puede llegar a producir el tiro.
En esta ocasión, el primer disparo realizado sobre una corza fue fallido. Lo sorprendente es la gran diferencia con el disparo de un arma. En esta ocasión, se espantaron, pero se volvieron a parar a escasos 100 metros, estuvieron varios minutos decidiendo que hacer para, finalmente, desplazarse otros 300 metros y volver a encamarse, dando una nueva oportunidad para el acercamiento y el tiro, que también fue fallido.
Ya huele a primavera y está aquí la nueva temporada.