El mes de Abril se ha convertido en los últimos años en el mes en que más aficionados del corzo salen al campo para disfrutar de la caza de este animal.

Lo cambiante del tiempo hace que podamos tener desde nevadas, a heladas, lluvia incluso el sol más radiante en función de cómo se le antoje al día presentarse.

El campo comienza a despertar y los primeros cánticos al amanecer hacen que los madrugones sean más agradables.

Las hembras adultas siguen tan pendientes como siempre y a la mínima cosa rara que ven en sus dominios, tardan poco en poner tierra de por medio.

Abril es la mejor época para controlar y valorar los corzos, las siembras aportan la comida que no tienen dentro del monte y los robles y otras especies caducifolias todavía no han brotado, además los pinares amanecen con la humedad suficiente para que, andando con cuidado, la pinocha no delate nuestra presencia.

Todavía se mantienen los grupos familiares, sobre todo a principio del mes, llegando a reunirse, como en este caso, 3 machos adultos totalmente limpios.

Curiosamente, a las diez y algo de la mañana, dos de ellos comían tranquilamente en la siembra mientras que el otro descansaba junto a estos, y sin la compañía de las hembras que los acompañaban al amanecer.

Finalmente algo les hizo presentir mi presencia y pusieron pies en polvorosa, no sin antes, el solitario, hacer la paradita de rigor.

Mayo es un mes algo más difícil para la localización de los corzos, debido a la explosión primaveral, aunque nada que ver con el temido junio.