Tras la primera colaboración de Jesús del Barrio en “tu mejor foto” con Parto de Corza contamos de nuevo con una de sus fotografías y sus comentarios. En este caso la fotografía de un cozo con una cuerna muy particular.

EL PELUKAS, la primera foto.

Datos de la toma:500 mm F/6,3 Iso-800 Velocidad 1/80 Balance de blancos: sombreado

   

La foto fue tomada con una cámara Nikon D300 y un objetivo Sigma 50-500 f:4,5-6,3 APO-HSM, OS.

A continuación relata cómo se sucedieron los acontecimientos para llegar a realizar esta toma:

 

A finales de Agosto del año 2009 y ya bien entrada la noche mí teléfono móvil comenzó a sonar, cuando descolgué la llamada la voz de mí amigo Félix sonaba entre emocionada y sorprendida por el avistamiento que había hecho poco antes del anochecer. Según me decía había visto un corzo con una cuerna muy rara y más grande y gruesa que su propia cabeza, algo tremendo y sorprendente, aunque solo lo pudo ver unos instantes.

 

Mi curiosidad e instinto corcero y de fotógrafo se pusieron en estado de alerta por lo que oía y deduje que sin duda se trataba de algún ejemplar de corzo con peluca. A la vez que lo escuchaba estaba pensando ya en las fotos, esas que todavía no tenía de corzos con peluca, así que le pregunté por la zona que lo había visto para tratar de ubicarlo y ver si era factible hacerle alguna foto.

 

Esa noche dormí poco, la zona en cuestión me pillaba a más de una hora de mi domicilio y después de dejar el trabajo andaría con el tiempo justo para llegar con buena luz a la zona por donde andaba el corzo, pensé que era una pena que anocheciera ya tan pronto, las tardes a finales de Agosto ya son cortas pero de todas las maneras decidí hacer una visita para la inspección y reconocimiento del terreno y quizá pensar en el fin de semana para dedicar todas las horas de luz a ver si podía fotografiar al amigo “Pelukas”, como lo bauticé antes de verlo.

 

El día se hizo muy largo y por la tarde después de dejar el trabajo a la hora prevista me puse en marcha en busca de la zona y del amigo Pelukas. Llegué poco antes del anochecer y empecé a examinar el valle en cuestión en busca de las veredas y los lugares por los que el corzo podía aparecer, era una zona amplia así que decidí jugármela y dejarme llevar por mí instinto que tantas veces me había llevado a resultados positivos, planifiqué mi estrategia para otros días y regresé a mi domicilio.

 

Al día siguiente, como ya tenía clara la ubicación, llegué un poco antes y puse en marcha mí plan, dejé el coche a una buena distancia para no alertar a los posibles animales y con la cámara, trípode, cable disparador y red de camuflaje me fui al primer rececho fotográfico del amigo Pelukas.

El valle era profundo y ya lo cubrían las sombras, me aposté hecho un ovillo en la mata que había previsto ya el día anterior y a esperar, ya casi de noche apareció una corza con su corcino ya crecido y le hice una foto de prueba, del amigo Pelukas ni rastro, el hecho no me sorprendió demasiado, ya estaba acostumbrado de otras muchas veces a que me pasasen estas cosas, ver un corzo y hacer una foto es a veces tarea muy fácil pero ver y fotografiar ese corzo especial también ha sido tarea de muchos días y a veces de meses poder hacerle esa foto que te llene de satisfacción, hay demasiados factores que pueden influir en conseguir esa buena foto, el viento nos suele jugar a veces muy malas pasadas o ese paseante inoportuno que anda por el campo además de otros muchos factores nos echan a perder fácilmente un rececho fotográfico, hay que tener en cuenta que no es como ir de caza con un rifle en el que podemos disparar a largas distancias, para mí una buena foto de corzo considero que tengo que hacerla como máximo a cincuenta/sesenta metros, si puedo hacerle un retrato a 10 o 12 metros es mí ideal de fotografía y donde la emoción llega al máximo, ya bien entrada la noche llegué a casa y a pensar en el día siguiente.

 

Estos mismos hechos se estuvieron repitiendo durante 8 días consecutivos con un fin de semana de por medio en el cual dediqué todas la horas de luz que tenía el día incluidas las de la comida que se redujeron a un bocata y algo de fruta, hice algunas buenas fotos de corzos y estas me corroboraron que el lugar elegido era perfecto y que mi instinto había funcionado a la perfección, los corzos pasaban a escasos metros de donde yo me encontraba y pude sorprender a alguno antes de que el se diera cuenta hasta que escuchaba el disparador de la cámara.

Estas fotos me sirvieron de entrenamiento, fui jugando con los ISOS, diafragmas, velocidades de obturación, etc. mientras esperaba a mí amigo Pelukas.

 

La familia ya empezaba a ponerse nerviosa con mis andanzas de todos los días y mis llegadas tardías pero mi cabezonería machacona y mí paciencia dieron su fruto el noveno día. Había una vereda que venia de lo alto hacia el fondo del valle donde yo me encontraba por la que aparecía casi todos los días algún ejemplar y a la cual yo no le quitaba ojo cuando hacia las 20:30 lo vi aparecer a lo lejos y no me quedó ninguna duda de que era un corzo con peluca, las cuernas no se veían, solamente un gran bulto encima de su cabeza, rápidamente comprobé los parámetros de la cámara mientras el Pelukas se iba acercando, vi que a 200 ISO y con un diafragma de 6,3 la velocidad de obturación era de 1/20 s, demasiado baja para hacer una foto incluso con la cámara en el trípode como la tenía y el disparador de cable, resultado de las fotos con estos parámetros, casi con toda seguridad fotos trepidadas, me afané en subir los ISOS hasta los 800, con este valor el nivel de ruido de mí cámara todavía es aceptable, la velocidad subió hasta 1/80 seg, luego a esperar a que el corzo se pusiera a “”tiro“”, pasaba el tiempo y el corzo no aparecía, se debió de quedar parado por alguna causa detrás de algunas matas y yo no lo veía pero estaba poniendo a prueba mi paciencia, debieron pasar al menos 10 minutos desde que lo vi por primera vez hasta que apareció por sorpresa como tantas veces ocurre con los corzos, mi mano derecha estaba agarrotada en el trípode y la rótula y la izquierda en el disparador de cable que tenía conectado a la cámara, el corzo venia despacio andando en mi dirección, cuando estuvo justo enfrente contuve la respiración como si fuera a disparar y le chiste, se paró en seco, debía de estar como mucho a una quincena de metros, aproveché y pulse el disparador, fue un instante memorable y sin duda pensé que había hecho una gran foto pero no me fijé en los detalles de la peluca, el ruido de las réflex en el momento del disparo suena como un tiro en el silencio del monte, la experiencia de otras muchas veces me ha enseñado que es mejor hacer una sola foto que una ráfaga, a ves no se enteran mucho y puedes repetir poco después, la ráfaga les da una precisión exacta de donde te encuentras, pero en esta ocasión y al estar tan cerca, el corzo se mosqueó y trató de ubicar el lugar del ruido, el bulto que yo hacia dentro de la red de camuflaje o quizá el viento que no me era demasiado favorable lo pusieron en fuga y no me dio más oportunidades de fotografiarlo parado pero yo tenía mucha fe en la primera foto y como después pude comprobar no me había equivocado. Fueron seis las fotos que le hice al Pelukas y en una de ellas de culo pude apreciar la ausencia de la bolsa testicular, sin duda esa era la causa de la peluca que lucia el animal.

 

El corzo me pareció un ejemplar espectacular y me dio la sensación de que parecía orgulloso de lucir semejante pelucón.

 

Cuando me monté en el coche lo primero que hice fue mandar un mensaje a mi amigo con unas pocas palabras, “ya lo tengo muchas gracias”.

 

Tengo algunos miles de fotos tanto de corzos como se otras muchas de especies de mamíferos y de aves y de casi todas guardo el recuerdo del momento vivido al hacerlas, cada vez que las veo el recuerdo viene a mi memoria y me parece vivirlo otra vez pero la del Pelukas ocupa un lugar muy preferente tanto por lo espectacular del ejemplar como por la dificultad para conseguir la foto.

Aprovecho para, desde estas líneas, dar otra vez miles de gracias a mi amigo Félix por facilitarme la información.

 

Jesús del Barrio