Seguro que en alguna ocasión nos hemos acercado sorprendentemente cerca de un corzo antes de que este emprenda la huida. Por el contrario, otras veces, sin saber porqué, el corzo nos ha barruntado cuando estábamos todavía a larga distancia.

En los ungulados, la distancia de huida (DH)) se define como la distancia entre un animal y un observador en el momento de la iniciación de la huida. 

 

 

Fotografía: Federico Sáez-Royuela 

 

Hace unos años, unos investigadores holandeses publicaron en Wildlife Biology sus investigaciones sobre las DH del corzo con respecto a un observador humano a pie1. El estudio se llevó a cabo en cuatro reservas naturales. Dos eran colinas abiertas y las otras dos áreas boscosas y cada una de ellas tenía una diferente presión de caza.

Observaron en total 240 corzos y las DH medias según las zonas oscilaron entre 39 y 85 m.

Se supone que la DH es mayor cuanto mayor sea la presión de caza, y así lo confirmaron los autores aunque no de la forma tan contundente que esperaban.

Y es que hay que tener en cuenta otros factores que confunden este dato ya que acortan la DH. Por ejemplo, la presencia de visitantes no cazadores (“presión recreativa”) que hacen que los corzos se acostumbren a la presencia humana. O las altas densidades de corzos (o de otros cérvidos) que obligan a los corzos a alimentarse durante más tiempo y a “asumir más riesgos”.

Tras la presión de caza, el otro factor que más afectó a la DH fue la estructura vegetal, que podía ir desde 30 m en la zona más boscosa a 105 en la más abierta.

 

 

Figura. Media de las distancias de huida (± 1 SE) para el corzo en las cuatro áreas de estudio AWD, KD, HV y KO en relación a la estructura de la vegetación.  Abierta en blanco o cerrada en negro.

Otros factores, aunque mucho menos importantes, que acortaban la distancia fueron: temperatura alta, lluvia, vientos oeste-sudoeste. El aumento del número de individuos en el grupo de corzos, por el contrario, aumentaba la DH, aunque aquí puede haber un error de muestra ya que no ocurre los mismos en otros estudios.

Las DH son más cortas con el viento de cara para el observador (42 m), que sin viento (44 m) o de espalda (65 m)*.

En este trabajo, la edad y el sexo no influyeron en la DH, al contrario que en otros, en lo que es mayor en las hembras, “más vigilantes que los machos” según los autores. Esto va en contra de mi experiencia, en que, salvo en la época de celo, veo más mucho más vigilantes a los machos, quizás por ser mucho más perseguidos en nuestros cotos.

Fotografía: Federico Sáez-Royuela

Por tanto, si estamos recechando, para observar, censar, cazar o fotografiar nos acercaremos más al corzo en zonas cerradas, con poca presión de caza, alta densidad de corzos, en días cálidos y lluviosos y con viento de cara del oeste. No siempre ocurre, pero en este caso parece que la ciencia sí que coincide con la experiencia.

1de Boer HY, van Breukelen L, Hootsmans MJM, van Wieren SE. Flight distance in roe deer Capreolus capreolus and fallow deer Dama dama as related to hunting and other factors. Wildl Biol 2004;10:35-41.

*Los autores estudiaron también las DH de los gamos y en ocasiones las cifras que se ofrecen son conjuntas para las dos especies.