Si hay un animal que atrae a numerosos visitantes a la sierra de la Culebra, ese es el lobo, ya que en esta sierra se dan las densidades más altas de esta especie de la Península.

 

Uno de los puntos más famoso y visitado es el mirador de Linarejos, desde donde se pueden divisar centenares de hectáreas.

 

Este es uno de los puntos más frecuentados por los que buscan ver la especie, aunque los contactos, además de ser frecuentemente fugaces, se dan a tanta distancia que suele ser necesario el uso de telescopios o como mínimo prismáticos.

Sólo hay que ver las dimensiones en las fotografías de los ciervos y comparar con las de un lobo para hacerse una idea.

 

En esta zona se suelen formar con frecuencia las nieblas, si además ha estado lloviendo durante los días previos a la visita, su presencia queda asegurada.

Si tenemos suerte de que hace acto de presencia el sol, se pueden contemplar unos amaneceres que ya recompensan la visita y el madrugón. 

 

A medida que el sol va dominando la niebla se van formando unas estampas cierto ambiente embriagador que hacen presagiar la presencia del cánido.

 

 

 

Ver el lobo en libertad no es nada fácil, si además se pretende ver a corta distancia o algo más que una simple pasada o carrera, la dificultad se incrementa considerablemente.

En algunos casos, ver las huellas o rastros del animal puede recompensar la búsqueda realizada. En mi caso, encontrar un rastro fresco en el monte del día anterior, me produjo una sensación extraña. No sé qué sentirán los ungulados que viven en el entorno, pero yo me sentí en parte como uno de ellos.

 

Finalmente conseguí fotografiar al lobo, aunque en este caso fue en condiciones controladas.