Su pasión por el campo y la caza le viene marcada por su abuelo materno con el que se inicia en el mundo cinegético tras conejos y perdices a los 10 años.
El interés sobre el corzo se despierta tras la fuerte colonización en su Guadalajara adoptiva y los primeros lances al Capreolus hace ya más de 30 años como mero observador.