Como os comenté en el primer reportaje, Cazorla presenta una fauna variada, siendo quizás los ungulados, los más visibles a los ojos del visitante. Quizás por abundancia y visibilidad, el gamo (Dama dama) sea el más fácilmente por el visitante. En ésta época y durante unos días puede resultar algo confuso la diferenciación entre machos y hembras para los menos expertos, ya que se encuentran en plena muda de cuernas.
Buscando en los sitios más querenciosos y con algo de suerte se puede encontrar alguno de estos tesoros del monte.
Ver a su pariente, el ciervo (Cervus elaphus) suele ser más complicado aunque no infrecuente. Al igual que pasa con la berrea y la ronca, la muda de las cuernas en éstos también se produce con anterioridad.
Ver a los que presentan cuernos tampoco es complicado, aunque lo de fotografiarlos si que lo sea. Grandes rebaños de muflones (Ovis musimon) y algunos no tan grandes de cabras monteses (Capra pyrenaica) se dejan ver entre las zonas rocosas de la sierra.
El jabalí (Sus scrofa) es otro de los que se puede ver fácilmente o no. Me explico, si se frecuentan al amanecer y atardecer ciertas zonas con cautela y sigilo se pueden llegar a ver alguno, aunque no siempre es seguro.
Por otro lado, es de muchos conocida la afición que tienen ciertos ejemplares por obtener alimento de manera fácil a través del hombre, perdiendo todo miedo y respeto ante el mismo y dejándose ver a plena luz del día en busca de ese alimento al que se han acostumbrado y que, se ve con buenos ojos como reclamo turístico, hasta que pase algo grave, claro…
Otro de los que ha perdido el respeto a los humanos es el zorro (Vulpes vulpes) y a cambio de un poco de bocadillo o unas golosinas puede posar para algún retrato.
Pero ojo también con el comportamiento de estos, ya que en una ocasión uno de ellos no dudó en morder la pierna de un compañero que portaba un bocadillo, porque los cachos que le ofrecía no le parecieron suficientes.