Morfología

El corzo es el menor de los cérvidos europeos. Los machos tienen un peso variable de 24 a 30 kg, y en el caso de las hembras de 2 a 6 kg menos. La altura a la cruz también varía de 60 a 75 cm. Sin embargo, se constatan importantes diferencias en peso y tamano atribuibles, principalmente, a causas alimenticias y condiciones climáticas.

El corzo posee grandes orejas que aumentan su sensibilidad auditiva y buenos sentidos de la vista y el olfato. Por lo general, carece de apéndice caudal o cuando existe es muy corto.

Los ejemplares adultos poseen un pelaje que oscila de marrón leonado a gris oscuro, y que mudan todos los años en dos ocasiones. Sin embargo las crías, llamadas corcinos, cuando nacen tienen un pelaje pardo rojizo con un moteado blanco dorsal que les recorre toda su longitud, del que se desharán en su primera muda.

A pesar de la ligera diferencia de tamaño entre machos y hembras, no existe dimorfismo sexual. La presencia de la cuerna en los machos es la característica más evidente para la distinción. Sin embargo, esta es caediza y cuando están desmogados -sin cuerna- habrá que fijarse en la forma y color de la mancha caudal, siendo en esta época de forma arriñonada y blanco amarillenta en los machos, y en forma de corazón invertido y con un mechón blanco en la zona vulvar en las hembras. Pero además, con la edad los machos engrosan sus cuartos delanteros y el cuello adquiriendo una morfología trapezoidal, mientras que las hembras presentan una morfología inversa, ensanchando ligeramente su tercio posterior, relacionado con el comportamiento maternal.

La cuerna, como en el resto de cérvidos, es una formación ósea que crece a partir de unos pivotes ubicados en la parte superior del cráneo y, a diferencia del resto de sus huesos, adquiere su función cuando degenera su irrigación sanguínea y muere. En el caso del corzo es únicamente un atributo masculino.

La primera cuerna comienza a desarrollarse a partir de los tres meses del nacimiento, no obstante no será sino un rudimentario apéndice craneal con forma de estaca menuda. Al caerse esta comenzará el desarrollo de su primera cuerna verdadera, que se verá concluido cerca del año de edad. A partir de entonces cada año desmogará en torno a octubre, comenzando el crecimiento de la nueva cuerna desde el momento del desmogue. La actividad de las células formadoras de hueso depende de la salud del animal, de su nivel de reservas corporales y también de la climatología, alcanzando un crecimiento óptimo cuando les llegan energía y proteínas suficientes. La longitud, perlado y grosor, estará relacionado también con el estado de salud de su portador, el tipo de alimentación, la densidad poblacional, la relación con sus propios congéneres y las condiciones ambientales.

La cuerna del corzo, en comparación con otros cérvidos, es de reducidas dimensiones y poco ramificada. La típica cuerna posee tres puntas: la luchadera o punta anterior, que crece hacia delante; la punta superior y la garceta o punta posterior, que crece hacia atrás, encontrándose las dos últimas en la horquilla superior. Es muy característico el abundante perlado que se acumula sobre todo en la base de la cuerna (roseta), pero que incluso puede llegar casi a cubrirla. No está claro su función, podría servir para aparentar un mayor volumen de cuerna con un menor aporte óseo y por tanto con un menor desgaste para el individuo, o podría favorecer la efectividad descortezadora que el individuo confiere a la cuerna en el periodo de marcaje, aunque también guarda relación con el nivel de testosterona, mostrando su capacidad reproductiva.

Cada año hacia octubre o noviembre los machos desmogan, empezando el desarrollo de una nueva que irá creciendo hasta marzo o abril. En torno a estas fechas, comienzan a desbastar el correal o terciopelo que cubre sus cuernas, frotándose contra árboles o arbustos de escaso diámetro y provocando un descortezado conocido como escodadura.

Morfología Corzo

Artículos relacionados