Muchos animales y entre ellos el corzo, se dispersan desde su área de nacimiento y se asientan en otras zonas. Sin embargo, la dispersión tiene un coste; en algunas especies la mortalidad es mayor durante la fase de dispersión. Hay una mayor exposición a los predadores, un mayor gasto de energía y más accidentes debidos a un terreno poco conocido. En el corzo tenemos el ejemplo de los frecuentes accidentes de tráfico que ocurren en esta fase. Podemos esperar que los animales muestren un comportamiento que incremente los beneficio y disminuya los costes de la dispersión.
Una estrategia puede ser la obtención de información previa al asentamiento en una nueva área familiar. Esta información puede proporcionar señales para decidir si la dispersión en ese momento y lugar va a ser beneficiosa. En algunos animales se ha demostrado que lo jóvenes exploran primero los alrededores, antes de la dispersión definitiva.
La dispersión de los jóvenes corzos tiene tres fases; la decisión de abandonar el área de nacimiento, la fase de búsqueda y la de asentamiento una nueva área familiar como adulto. La segunda fase, el periodo en el que el joven corzo se mueve por los alrededores de su área de nacimiento y explora los alrededores ha sido poco estudiada.
Van Moorter y sus colaboradores* en un artículo publicado en Ethology Ecology & Evolution han intentado demostrar que los jóvenes corzos, tanto machos como hembras, muestran un comportamiento exploratorio antes de dispersarse.
El estudio fue realizado en dos zonas de Francia con diferente clima y vegetación. Capturaron a los corzos y les colocaron un collar transmisor, liberándoles de nuevo en el mismo lugar. Atraparon 44 corzos, 15 jóvenes y 29 adultos. Analizaron varias variables como el área explorada, la distancia desde el centro del área familiar, la velocidad de exploración y otras.
Encontraron una diferencia marcada entre el tamaño del espacio usado por los jóvenes y los adultos, mucho mayor en los primeros. Y está diferencia no dependía de la mayor o menor calidad del hábitat. Se detectaba tanto en machos como en hembras. Parece lógico, ya que no existen diferencias entre sexos en cuanto a los rangos de dispersión, tampoco las hay en las exploraciones previas.
Podemos pensar que realmente los jóvenes no exploran por su cuenta, sino que son expulsados de los territorios por los machos adultos, ya territoriales en primavera. Los autores opinan que las principales agresiones las soportan otros machos adultos y no los jóvenes. La agresividad de los machos adultos no explicaría por tanto la mayor movilidad de los jóvenes.
Los autores concluyen que los jóvenes corzos y corzas realmente exploran las proximidades de su “hogar”, para poderse establecer más adelante con garantías en otro lugar. Y esta exploración no tiene que ver con la agresividad de los adultos ni con la calidad del hábitat.
*Van Moorter B, Gaillard JM, Hewison AJM et al. Evidence for exploration behaviour in young roe deer (Capreolus capreolus) prior to dispersal. Ethology Ecology & Evolution 2008;20: 1-15