En la película, en el interior de la fábrica, se ubicaba una cantina de nombre Lakasa. Sus cocineros defendían la idea de la cocina, y la hostelería en general, como un oficio constante de cada día. Solo cuando el acto y el pensamiento caminaban de la mano la tarea derivaba en habilidad, en crecimiento, en compromiso… y hasta en fascinación. El comienzo de la temporada de caza ofrecía una estupenda oportunidad para empaparse de todas estas vivencias. Las tórtolas, ya bien engordadas y llenas de grasa, preparadas para su vuelo de vuelta a las tierras cálidas africanas, abrirían una veda que enseguida acompañarían las palomas y las codornices. Encontrar el disfrute en pelar y limpiar las primeras grouse del año les indicaba a estos cocineros que marchaban por buen camino. >>> VER LA NOTICIA COMPLETA >>>