Uno de los más importantes tesoros que albergan nuestros sierras y campos no son tanto los trofeos de las piezas de caza sino su carne, una fuente proteínica de incalculable valor nutritivo y culinario, que enriquecen no solo nuestros organismos sino el calor de la comida de caza entre buenos amigos y los excelentes caldos de nuestro país.