Estructura de edades y sexos

Se conocen por los nombres de razón se edades y razón de sexos e indican la salud y estabilidad de la población.
En condiciones naturales la proporción de sexos tiende a ser ligeramente desequilibrada a favor de las hembras en razón de su mayor tasa de supervivencia y longevidad. En cualquier caso las desviaciones nunca son extremas oscilando entre el 1,1 y el 1,7, en función de poblaciones.

Lo deseable para garantizar una gestión correcta y sostenible es mantener estos valores próximos a 1. De no hacerlos e corre el riesgo de que la población crezca a gran velocidad, se haga densa, degrade el medio o se vea afectada por algunas patologías, en especial las parasitarias. La caza, a día de hoy, es la única forma de realizar un control planificado.

Para conocer la estructura de sexos el procedimiento es realizar conteos en el final del invierno, cuando los ejemplares son fácilmente visibles y se distinguen por la forma de la mancha caudal. En los machos en oblonga y en las hembras acuminada por la proyección hacia abajo y atrás del pincel vulvar.

En relación a la razón de edades, al ser una especie prolífica -el tamano de camada en Espana varía entre 1,3 a 1,7 crías por hembra prenada- hace que de forma natural la base de la pirámide de edades sea muy ancha. A su vez el corzo es una especie sexualmente precoz, de forma que los individuos de 1 y 2 anos participan en la reproducción, siendo esto más acusado en aquellos acotado en los que la caza en la modalidad de rececho de primavera actúa de forma intensa sobre los machos adultos, portadores de mejores trofeos.

La tasa de mortalidad anual en el corzo es elevada. En el caso de los machos llega a ser de hasta el 50% para cada cohorte. En las hembras es de hasta el 40% anual. Con ello la longevidad esperable en el caso de los machos es no superior a los 6 anos y de 8 en el caso de las hembras. De este modo los ejemplares de más de 4 anos son escasos.

Para estimar la razón de edades hay que aplicar varios sistemas de forma simultanea. En primer lugar debe estimarse la prolificidad a partir del recuento de los fetos que contienen las corzas cazadas en el invierno y/o los cuerpos lúteos. El cuerpo lúteo es una glándula de secreción interna que se localiza en los ovarios, existiendo uno por cada feto.

Dado que la mortalidad post y perinatal es muy elevada -se estima no menor del 40%- y dado que en las primeras semanas de vida la observación de las crías es muy difícil, se hace necesario realizar una estima durante el inicio del otono. La diferencia en el número de crías observadas por hembra, con el número de fetos por hembra nos ofrece una idea de la mortalidad en la primera edad.

La estimación de la edad en el corzo vivo es sumamente complicada y con mucha frecuencia induce a errores. La única forma fiable de estimar la edad es en los ejemplares muertos en los que se recolecte la mandíbula. Este esta, mediante la técnica de estimación por desgate de las piezas dentarias, puede hacerse una aproximación. Coleccionando las mandíbulas de todos los ejemplares muertos por cualquier causa, en un acotado o región, es posible realizar una estimación de la estructura de edades una vez conocida la frecuencia con la que aparecen los ejemplares por edades.

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