La sarcosporidiosis es una enfermedad parasitaria producida por un grupo complejo y extenso de protozoos, similares a las que ocasionan los toxoplasmas o las neosporas quizás mejor conocidos por todo el mundo. En este caso pertenecen al genero Sarcocystis.

Estos parásitos han evolucionado en el marco de la relación depredador-presa, siendo parásitos estrictos, con un hospedaror definitivo, por lo general un carnívoro, y un hospedador secundario, por lo general un herbívoro. Se dan también hospedadores aberrantes, que por accidente consumen las fases infestantes del protozoo y desarrollan, en ciertas condiciones, la enfermedad.

Recientemente se ha descrito en la provincia de Lugo, en concreto en la Reserva de Caza de Os Ancares, un episodio especialmente llamativo de sarcosporidiosis. Allí, en un trabajo de seguimiento de la carga parasitaria total de los corzos, se ha comprobado que la presencia de los quistes que produce este protozoo en el músculo cardiaco del corzo se ha multiplicado por 100 en un periodo de 10 años.

Se sabe, por infestaciones experimentales, que los Sarcocystis llegan a ser patógenos mortales en los crías del ciervo de cola blanca en un 90%.

Su ciclo biológico es muy complejo pero exige que el corzo consuma alimentos contaminados con ooquistes eliminados por las heces del depredador, y que el depredador consuma los bradizoitos que forman quistes en los músculos del corzo, para así cerrar el proceso.

Se ha recogido en prensa la eventual participación de los perros de caza en este proceso.

Si bien lo anterior es posible, lo cierto es que ello corresponde a una interpretación muy académica del proceso. En mi opinión, en un caso como el descrito en Lugo, hay que buscar una implicación de agentes meramente naturales.

Sabemos que a lo largo de la última década la mortalidad de corzos en Os Ancares ha experimentado un incremento alarmante, tanto en la vertiente norte como en la sur, de modo que es plausible que un número elevado de depredadores naturales hayan tenido acceso a una importante fuente de corzos que ya estaban infestados por Sarcocystis. Este aumento de animales muertos habrá producido un aumento del éxito reproductivo de los depredadores que a su vez habrán eliminado más y más ooquistes, que habrán aumentado la tasa de exposición de los corzos al parásito. Este ciclo de infección-reinfección ha podido tener funestas consecuencias para la supervivencia del corzo lo que a su vez ha retroalimentado el proceso.

La participación de perros, si bien no es descartable, no parece la más sencilla para un ungulado como el corzo que, en la zona de Ancares, no tiende a coincidir físicamente con el cánido doméstico, en tanto que sí lo hace con lobos y zorros.

En todo caso se trata de un episodio natural, con malas consecuencias para el corzo, que habrá surgido como consecuencia de la evolución demográfica de la especie, por que ya lo hemos comentado en multitud de ocasiones: las enfermedades, en especial las parasitarias, acaban regulando las poblaciones, y no siempre para bien.