El corzo presenta notables oscilaciones en su abundancia en todo su rango de distribución. Este hecho ha llamado poderosamente la atención de curiosos e investigadores. ¿Por qué en zonas relativamente próximas se producen estos cambios? Con frecuencia se ha responsabilizado de ello a distintos factores, algunos bióticos y otros abióticos. La dureza de los inviernos, al sequía veraniega, la caza o la presencia del lobo.

Con el objeto de saber algo más, un nutrido grupo de investigadores europeos se lanzaron al trabajo de evaluar, mediante un estudio multifactorial, el peso que las distintas hipótesis pueden tener en estas variaciones.

Así Claudia Melis y colaboradores publicaron en Global Eocology and Biogeography un trabajo titulado "Predation has a greatrer impact in less productive environments: variation in roe deer, Capreolus capreolus, population density across Europe". En el mismo evaluaron la importancia, en 72 localidades de toda Europa, que pueden tener en ello los siguientes componentes: la producción vegetal, la cobertura forestal, la crudeza invernal, la sequía veraniega, la presencia de grandes depredadores (lobo y/o lince boreal), la caza y los competidores ecológicos (el venado).

 

El resultado es altamente esclarecedor. Los autores comprobaron que los factores abióticos (el frío, la nieve, el calor y la sequía) no explicaban las diferencias en abundancia entre regiones de Europa. Comprobaron igualmente que la caza y los competidores ecológicos tampoco explicaban la variación.

En cambio sí vieron que hay una estrecha relación entre la abundancia y la productividad vegetal, de modo que las zonas con mayor abundancia coinciden con las que producen una mayor cantidad de biomasa. Curiosamente apreciaron una relación inversa entre cobertura forestal y densidad de corzos. Ello se debe a que en las zonas boscosas la productividad es menor que en las zonas agrícolas, de modo que es en estas últimas donde la abundancia tiende a ser mayor. En otras palabras, el corzo obtiene más y mejor alimento en las regiones con intervenciones humanas en las que se promueve el crecimiento de cultivos frente a otras de orientación forestal.

Por último comprobaron que los grandes depredadores tienen una gran influencia en la abundancia, de modo que su presencia afecta negativamente a la densidad. Comprobaron también que este efecto depresor de la abundancia de corzos es muy destacable en las regiones con menor productividad vegetal, de manera que el corzo soporta peor el efecto de la depredación en estas zonas y mejor en las zonas agrícolas.

Estas conclusiones son relevantes tanto para la gestión cinegética -donde llegue el lobo será interesante actuar sobre el medio para incrementar las superficies de cultivo- como sobre la gestión del propio lobo. Sabemos que distintas iniciativas de estabilización del lobo, o incluso de su introducción, pretenden descansar en la existencia del corzo como presa principal. La abundancia de corzos y su condición de recurso, tanto para la caza como para el lobo depende de las condiciones de conservación de los agrosistemas. Su evolución a matorral y bosque por el abandono del medio rural puede jugarnos a todos una mala pasada.


-.Claudia Melis et al. Predation has a greatrer impact in less productive environments: variation in roe deer, Capreolus capreolus, population density across Europe. Global. Eco.Biogeogr. 2009. 18. 724-734.