Aunque la idea de conservar es probablemente tan antigua como la especie humana, el uso de ese término en el contexto presente es relativamente reciente. A través de los anos la conservación ha adquirido muchas connotaciones: para algunos significa la protección de la naturaleza salvaje, para otros el sostenimiento productivo de materiales provenientes de los recursos de la Tierra.
La definición más extendidamente aceptada fue presentada en 1980 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y Recursos Naturales (UICN) como: «La utilización humana de la biosfera para que rinda el máximo beneficio sostenible, a la vez que mantiene el potencial necesario para las aspiraciones de futuras generaciones».
Este concepto que incluye la palabra «utilización» permite que la caza, desarrollada dentro de los márgenes de sostenibilidad de las poblaciones de las especies sometidas a esta actividad, sea una actividad no sólo lícita sino en muchos casos imprescindible para el buen funcionamiento de los ecosistemas.
El corzo a lo largo de los siglos ha experimentado importantes fluctuaciones poblacionales debidas tanto a la presión cinegética como a los cambios que se ha ido produciendo en el medio natural. Al ser una especie fundamentalmente forestal y con un comportamiento ecológico estratega-r acusa de forma rápida los cambios en el hábitat o la intensidad de la depredación.