Caza de trofeos

Además de la paradójica situación de seleccionar en contra del fenotipo deseado (cuernos grandes), la caza de trofeos puede tener otras consecuencias. Las especies, como el corzo, en las que los machos portan un trofeo deseable a una edad relativamente temprana, tienen el riesgo de ser cazadas antes de haber transmitido sus genes, al contrario de lo que ocurre con otras especies con trofeo de crecimiento más lento como el ibex1.

Fotografía: Federico Sáez-Royuela

Por último, al eliminarse los ejemplares de más edad, los machos más jóvenes toman el papel de progenitores, y deben hacer un alto esfuerzo reproductivo en los primeros años de vida, lo que conducirá a una mortalidad mayor1.

A pesar de todo lo dicho hasta aquí, la situación es más compleja, ya que la selección de la caza se puede ver contrarrestada por otros factores. Para empezar, por la propia selección sexual que favorece, al contrario que la caza, a los individuos de cuerpos y cuerna grandes, cuyo éxito reproductivo es mayor y tendrán más descendientes, también grandes, que los animales pequeños2.

Además, en algunos casos, la caza selecciona sus objetivos con la finalidad de “mejorar” la genética de la población. Hay una larga tradición, sobre todo en Centroeuropa, de intentar mejorar la calidad de la cuerna de los cérvidos eliminando los ejemplares “defectuosos"1. A pesar de ello, algunos estudios encuentran que estos intentos de manipular la calidad de la cuerna no son eficaces, probablemente porque aunque el tamaño de esta es un caracter hereditario, tiene también grandes influencias ambientales1. En mi opinión esto último es especialmente cierto en el caso del corzo.

 

Fotografía: Gonzalo Varas

En tercer lugar, es frecuente que existan áreas con mayor nivel de protección en las que no se permite la caza o solo con muchas limitaciones. Aquí los machos estarán en una excelente posición para competir por las hembras de los territorios vecinos donde sí se han cazado los machos de mejor trofeo2. Podemos pensar en nuestras reservas de caza, parques naturales o zonas vedadas como territorios de “reserva” de los mejores trofeos. Quizás también en crear zonas libres de caza de trofeos en nuestros terrenos cinegéticos.

Sea por alguno o todos estos factores, hay trabajos sobre el alce o el carnero de Dall en los que, al contrario de lo explicado hasta ahora, no se encuentran diferencias entre las características de las poblaciones sometidas a la caza y las que no lo están2.

 

Por último, la selección artificial o no natural no es un fenómeno moderno. Si deseamos evitarla, debemos conocer cuales son los fenotipos “naturales”, algo que es muy difícil de saber en poblaciones sometidas a la predación humana desde hace largo tiempo1.

Como conclusión, los autores de los trabajos realizados, sugieren que minimizar el impacto de la caza deportiva en la evolución de las especies cinegéticas debe ser una preocupación principal de los gestores de la vida silvestre. Por motivos egoístas, si queremos seguir teniendo “trofeos”. Y también porque los aspectos competitivos de la caza de trofeos producen una reacción negativa en mucha gente, incluidos cazadores, que aceptarían sin problemas otras formas de caza. Lo mejor para cazadores y conservacionistas es disminuir el énfasis en los puntuaciones del trofeo y aumentarlo en el disfrute de la caza, independientemente de los atributos particulares (edad, sexo, tamaño de los cuernos) de la pieza cazada1.

 

1Festa-Bianchet M. Exploitative WildlifebManagement as a Selective Pressure for the Life-History Evolution of Large Mammals. In Animal Behavior and Wildlife Conservation, eds Festa-Bianchet M, Appollonio M (Island, Washington, DC), 2003:191–207.

Loveridge et al. Does sport hunting benefit conservation?. In Key Topics in Conservation Biology. Macdonald ed. 2006: 224-240.