El concepto de sostenibilidad tiene en ecología un sentido concreto, referido a que la utilización de un recurso no sobrepase un límite que lo ponga en peligro de desaparición. Hay instrumentos técnicos que permiten calcular cuáles pueden ser los límites que no deben ser rebasados y aplicar sus resultados en términos concretos, aunque por desgracia no precisos, de modo que los modelos y su aplicabilidad deben perfeccionarse al incrementar la experiencia en este terreno.
El límite de sostenibilidad será superado cuando la tasa de recolección supere la tasa de reclutamiento. El máximo rendimiento sostenible (MRS) de una población puede ser calculado mediante diversos modelos matemáticos, pero es demasiado arriesgado llevar las capturas al máximo teórico porque podemos sobrepasar el máximo real sin darnos cuenta. Su aplicación debe estar siempre presidida por un principio de prudencia que debe tener en cuenta un margen de seguridad, el máximo rendimiento recomendable (MRR), capaz de compensar los errores de cálculo debidos a las limitaciones de los datos utilizados y del modelo empleado y a una comprobación continuada de las desviaciones observadas entre las previsiones establecidas por el modelo y la realidad que se observa en el campo.
Los modelos más sencillos que nos indican el máximo rendimiento sostenible (MRS) son los denominados de producción excedente. Tienen en cuenta tan solo los datos brutos de población, sin tener en cuenta su estructura, es decir, el reparto de las clases de edad y sexo. Por ello la extracción que mejor se ajusta es aquella que se hace no sólo sobre uno de los dos sexos, sino sobre todas las clases del conjunto de la población ya que la aportación de cada una de ellas al balance demográfico es diferente.
En ocasiones una gestión intuitiva puede llegar a producir una sobreexplotación del recurso o bien un control de población llega a lograr reducir la población gestionada. El análisis de la presión cinegética que produce el incremento o el descenso de una población permiten calcular la tasa de extracción con la que se consigue que la población esté en equilibrio.