Sin lugar a dudas la batida ha sido la forma más ancestral de caza de esta especie, tanto si se empleaban armas como si trampas o redes. Es, por otra parte, una forma social y cooperativa de practicarla que exige de la concurrencia de ciertas destrezas, no siempre bien valoradas.
La caza del corzo en batida es una caza clamorosa, llena de sensaciones y emociones, en las que el contacto sosegado con el monte sólo se altera por el latido profundo y continuado del sabueso que anuncia la ruta del perseguido. Suele ser una caza larga en la que la forma de correr del corzo, alternando carreras, saltos y paradas fuerza a muchos yerros en los tiros, resultando complicado el éxito, lo que ha hecho al corzo acreedor del sobre nombre de «tragabalas».
En la caza en batida con perros de rastro es aconsejable ser prudente con la colocación de las armadas o líneas de tiradores, manteniendo distancias prudenciales y advirtiendo hacia donde se puede o no disparar.
Los perros deben ser buenos buscadores, tenaces y resistentes, capaces de mantener una persecución de 4 o más horas sin desfallecer. Es mejor emplear perros lentos que perros muy rápidos, estos últimos son más sensibles a los cambios y conducen al corzo a velocidades inadecuadas para una correcta observación de su sexo, reduciendo además las posibilidades de la captura.